Octant Vila Monte, el edén del Algarve en el que no existe el tiempo

Sumergido en el corazón del Algarve portugués, a menos de 50 kilómetros de la frontera española y a media hora en coche de Faro, está Octant Vila Monte, un hotel rodeado de naturaleza en el que el aroma del azahar, los sabores marinos y los jardines repletos de flores alejan a los huéspedes del ritmo de la ciudad para sumirles en un oasis de paz.

La esencia de Octant Vila Monte se construye en base a dos ejes: por un lado, la libertad, y por otro, el producto local. Lo primero se percibe en su filosofía de “no horarios”, que permite a los huéspedes desayunar a cualquier hora del día o disfrutar de las instalaciones abiertas en todo momento. Lo segundo se encuentra en todos y cada uno de los platos elaborados en los restaurantes del hotel, así como en los detalles que decoran las habitaciones o las experiencias que ofrecen.

De esta manera, Octant Vila Monte brinda una estancia en la que el auténtico lujo está en la comodidad y en olvidarse de que existe el tiempo.

Jardines, piscinas y dos restaurantes

Al llegar al hotel, los huéspedes son recibidos en un acogedor lobby de paredes blancas en cuyo centro suena el crepitar de una chimenea encendida. A través del inmenso ventanal del lobby se deduce el verde de uno de los jardines del complejo, además de las mesas del restaurante À Terra. En esta primera estancia hay una pequeña tienda en la que se pueden comprar varios de los productos que se utilizan en el hotel (como, por ejemplo, frascos con sal, aceite o miel autóctona), además de otros artículos y prendas de ropa elaborados por artesanos locales.

Atravesando el lobby se llega al inmenso jardín que conduce a los diversos edificios en los que se encuentran las distintas habitaciones y suites del hotel, así como a las piscinas y al segundo restaurante. En verano, los huéspedes de Octant Vila Monte pueden disfrutar tanto de la piscina reservada exclusivamente para adultos como de la piscina familiar. En invierno, en cambio, los bañistas se sumergen únicamente en la segunda, que está climatizada.

Avanzando por el jardín, pronto se vislumbra el Laranjal, un edificio de paredes blancas en cuyo centro hay un patio de naranjos. En este edificio, además de varias suites y habitaciones, también está el segundo restaurante del hotel, en el que se sirven los desayunos frente a unas vistas impresionantes de las nueve hectáreas naturales que rodean Octant Vila Monte.

Tanto À Terra como el restaurante Laranjal ofrecen en su variada carta platos preparados con los mejores productos locales. Dada la proximidad del océano, la especialidad son los mariscos, el pescado y las ostras cultivadas en Ría Formosa. También destacan las sabrosas ensaladas salpicadas de pétalos de flores y la carne de oveja churra, además de deliciosos postres como los clásicos churros de algarrobo cuyo sabor apenas se distingue del chocolate.

Cada habitación, un mundo

Dejando atrás el espacio compartido, los huéspedes se adentran en las elegantes y sencillas habitaciones de Octant Vila Monte. El hotel dispone de más de 50 habitaciones de diecisiete categorías diferentes, entre ellas las ocean y mountain suites del Laranjal, cuatro secret suites inauguradas esta primavera (con cuarto, sala de estar, solarium y piscina climatizada privada) y la Villa Indigo. Esta última es una vivienda particular de 1000 metros cuadrados, completamente apartada y fuera de la vista de los demás huéspedes del hotel, que cuenta con tres suites, sala de estar, jardines y piscina.

Pese a que cada habitación es un mundo, todas comparten una estética en común: paredes blancas, trazos de azul y turquesa, detalles de madera, cestería y lámparas artesanales. El diseño sobrio calma la vista y la decoración, hecha por artistas y artesanos de la zona, dota los espacios de un aire cálido y hogareño, ideal para lograr que cada huésped se sienta “como en casa”.

Experiencias dentro y fuera del hotel

Durante todos los meses del año, Octant Vila Monte ofrece a sus huéspedes un amplio abanico de actividades y experiencias que realizar tanto dentro como fuera del hotel. Por un lado están los masajes y tratamientos de belleza, perfectos para complementar con una clase de yoga por la tarde o un taller de preparación de exfoliante natural. Por otro lado están las noches de verano en el Cine Paradiso, con una primera sesión para niños y una segunda para adultos, todo bajo el impresionante cielo estrellado del Algarve.

Octant Vila Monte también da la oportunidad de contratar viajes en globo por la zona, vuelo en autogiro o excursiones en barco por el maravilloso Parque Natural de la Ría Formosa, un entorno protegido en el que habitan más de 30.000 aves (algunas en peligro de extinción) y una de las mayores comunidades de caballitos de mar.

Dos de las experiencias más interesantes y agradables que se pueden hacer son visitar un vivero de ostras en el que degustar y aprender sobre este producto local y tomar un picnic en una de las islas desiertas de la ría. Saborear las navajas, las almejas, los langostinos y demás manjares sobre la arena blanca de la Ilha da Fuzeta, contemplando las aguas cristalinas del mar es una vivencia única y perfecta para desconectar del resto del mundo.

Un proyecto de biodiversidad

Más allá de los restaurantes, las piscinas y las hermosas habitaciones, Octant Vila Monte es un entorno en el que contemplar la maravillosa biodiversidad que florece y habita en los terrenos del hotel. Paseando por los jardines se oye el canto de los pájaros, incluso el tamborileo de algún carpintero escondido entre las ramas de los árboles centenarios. También se ve a las abejas y los abejorros volando de flor en flor, posándose sobre los variopintos pétalos de las rosas, los pensamientos, las gardenias o las lantanas.

El propio hotel, comprometido con respetar y cuidar este entorno natural, ha instalado un “hotel para insectos” en una de las áreas del jardín. Esta estructura de madera está ideada para acoger a hormigas, abejas, moscas y moscardones, dándoles un espacio para desarrollar su actividad de manera protegida. Además, el hotel ha colocado casitas para pájaros en los árboles y pretende incorporar una nueva casa para abejas en los próximos meses.

El lago artificial construido en el centro del jardín también forma parte de este proyecto de biodiversidad: cada día, el estanque se nutre del agua fresca de dos pozos naturales; por la tarde, esta agua se vacía y sirve para regar las plantas. De esta manera, Octant Vila Monte cierra su círculo de armonía y equilibrio, algo que se percibe y disfruta en cada detalle y cada momento de la estancia en el hotel.

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Source: National Geographic